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jueves, 20 de febrero de 2020

“Día Mundial de la Pipa”


  “Día Mundial de la Pipa”









Con esta entrada quiero felicitar a todos los fumadores de pipa en el “DIA MUNDIAL DE LA PIPA”

Lo dicen los expertos. Fumar en pipa no se extinguirá con la actual generación de fumadores. Los tiempos modernos, lejos de arrinconar este objeto de aspecto antediluviano, le han brindado a una nueva facción de apasionados, capaces de relanzar una industria que parecía agotada. Cualquier otro escenario resultaría descorazonador. La desaparición de la pipa y su gesto milenario simbolizarían la muerte de una parte de la cultura del hombre, enraizada en multitud de civilizaciones en las que ha generado un significado y un ritual propios: celebraciones civiles, ritos religiosos, espirituales, bélicos... Como decía Giorgio Savinelli en su tratado Arte y Placer de Fumar en Pipa: "La aparición de este pequeño tesoro se remonta al descubrimiento del fuego (...). Cuando el hombre comprendió que podía encenderlo y apagarlo con facilidad, comenzó a utilizarlo para satisfacer sus más variadas necesidades, incluida la producción de humo".








Muchos indicios sitúan las primeras pipas en la Edad de Piedra. El hombre aprendió a aspirar el humo por medio de una caña, de un pequeño brasero excavado en la tierra en el que ardían algunas hojas secas. El descubrimiento de los metales apenas cambió nada, ya que las pipas se calentaban hasta tal punto que era imposible sostenerlas en las manos sin quemarse. Entonces se iniciaron tentativas en otros materiales -tierra roja, tierra negra, cerámica...- que a pesar de ser frágiles permitían fumar hojas de higo, patata, tilo, menta, fresno, así como pétalos de magnolias y rosas.









El descubrimiento de América fue también el de la planta de tabaco y creó una explosión de la demanda de semillas para crear nuevas plantaciones. La búsqueda de un material apto para la construcción de pipas indujo inicialmente a la utilización de la arcilla, haciendo su aparición en Inglaterra a mediados del siglo XVII. En el siglo XVIII se fabricaron las primeras pipas de porcelana y en 1720 se descubrió la espuma de mar, un silicato de magnesio que se extrae de algunas minas de Asia Menor. Este material resultó ser muy fácil de trabajar, por lo que los artesanos sorprendieron con formas y representaciones más atrevidas, llegándose a crear auténticas obras maestras. Entre 1860 y 1880 se descubrió la cepa, una excrecencia entre la raíz y el tronco del brezo, arbusto que crece en las regiones áridas del Mediterráneo caracterizadas por la presencia de fuertes vientos marinos que azotan un terreno extremadamente árido. En estas condiciones la cepa, es decir, la parte superior de la raíz, se agranda y se endurece, convirtiéndose en la piel definitiva de la pipa como la conocemos hoy. Sus virtudes son evidentes: es una madera porosa, de gran resistencia al calor y que no aporta sabores extraños al tabaco.








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